Tras unos días en Humahuaca, repartidos entre la sombra de los sauces del camping, el comedor del restaurante El Privilegio, y las pistas y carreteras de los alrededores, emprendí la marcha hacia el norte en busca de La Quiaca, paso fronterizo con Bolivia y final de la mítica Ruta 40, que tomaría para dirigirme hacia el sur, arrimado a la cordillera.
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