Sucre, conocida como la Ciudad Blanca, es una de las ciudades más bellas de Bolivia. Su centro histórico bien conservado, su arquitectura colonial y su ambiente tranquilo la convierten en una parada ideal. Recorrerás sus calles, visitarás museos, mercados y miradores. Tendrás días intensos de descubrimiento cultural e historia. También puedes no hacer nada y sumergirte en lo extremadamente local: el profundo ombligo del viajero solitario.