África, Reflexiones—18.03.2017

Por qué estoy viajando en moto por África

Parece que haya que tener un motivo profundo, razonado y fundamentado para llevar a cabo cualquier acción. O, a lo peor, tener un PROYECTO que explique lo que haces, que lo justifique. De la misma manera que tiene que haber un “para qué” y, por supuesto, una utilidad. Si me pongo a pensar por qué estoy haciendo este viaje seguro que encuentro razones: unas vendrán de lejos, estarán dentro de mí desde que le pedía a mi madre que me dibujase, sin parar, la triada moto-coche-camión. Otras, quizás, sean más superficiales, lugares comunes; un vídeo en YouTube, una colección de anécdotas de cualquier motoviajero, una serie con una estrella del cine. Pero, a decir verdad, para responder a la pregunta de por qué estoy viajando en moto por África yo, que probablemente sea la antítesis del alpinista, me apropio de la supuesta contestación que dio Mallory cuando le preguntaron por qué escalar el Everest: “Porque está ahí”.

Lo esquivé porque estaba ahí
Lo esquivé porque estaba ahí

No he estado ahorrando durante años para cumplir mi sueño. Sólo ganaba más de lo que necesitaba.

No estoy sacrificando una carrera profesional, formar una familia o mis relaciones sociales. Soy independiente, individualista.

No tengo un espíritu aventurero que me lleve a explorar rincones remotos y exóticos. Pero tampoco rechazo lo que no conozco.

No tengo un especial interés antropológico, botánico, zoológico, geográfico o histórico. Pero me gusta hacer pan.

Me encontraba después de tres años de haber hecho un cambio importante en mi vida profesional, que —entre otras cosas me había insuflado cierta confianza en mí mismo, con la sensación de que el ciclo estaba acabando. Me gusta hacer pan, me gusta desplazarme en moto. Tenía el dinero suficiente para estar una temporada sin ingresos y un contacto en mitad de África donde parar a hacer pan. De alguna manera, todo estaba dispuesto. Y no es que yo no tenga nada que ver, lo que quiero decir es que estar aquí no es fruto de un plan madurado o de una necesidad irrefrenable, tampoco de un impulso. Ni mucho menos de un proyecto. Creo que más bien se debe a haber atado cabos, a haber estado atento y abierto a las opciones de cambio que tenía ante mí. Eso y tomar la decisión de llevarlo a cabo es el único mérito que tengo, si se puede considerar un mérito, claro. No tenía motivos para no hacerlo. ¿Viajar en moto? ¿Hacer pan? ¿Que tal en África? A todo, la respuesta es la misma: ¿por qué no?

Así que, ¿por qué? Para darme el gustazo. El gustazo de comprobar si soy capaz de hacerlo. El otro día, en una recta infinita, con las piernas sobre las defensas del motor y el codo izquierdo apoyado en el depósito de gasolina, me di cuenta de que estoy haciendo (con matices) lo que muchas veces he dicho que haría si me tocase la lotería primitiva, en esas ocasiones en que surge como tema de conversación. Y es mejor aún: antes de esperar a que la bola cayese he metido la mano en el bombo y he escogido los números que más me gustaban y los he dado por ganadores. El 2 y el 11, por Garriga; el 7, no te lo puedo decir; el 23, por Jordan; el 26, por Alzamora y el 34, por Schwantz, por supuesto. Y, ¿para qué? Para hacerlo. Para ver qué pasa. Sin más.

Pero pasa que, a veces, te exigen razones, motivos y porqués, o bien, algún medio humilde y elegante te hace esta pregunta que, aunque obvia, te pilla sin discurso.

Los que exigen, además, lo hacen porque pueden, o sea, porque tienen poder. Y, entonces, has de mostrarte convincente, con respuestas satisfactorias.

Me acaba de pasar en las embajadas de Angola y República Democrática del Congo en Lusaka. Ya es suficientemente extraño para algunas personas que te desplaces en moto como para pretender que entiendan que lo haces por el simple hecho de hacerlo. Si, encima, te tienen que dar permiso para entrar en su país más vale que tengas alguna razón para cruzarlo mejor que “porque está ahí”.

Así que ahora tengo tres fantásticos motivos para viajar.

  1. Me he convertido en posible importador de Bajaj para España. Aunque no tengo ningún documento que lo acredite, he mantenido contactos informales y de completar el viaje con éxito depende que se formalicen. De ser así, todo el material documental del viaje se usará como herramienta de marketing.
  2. Estoy realizando un trabajo de campo en torno a la elaboración del pan en los países por los que voy a pasar con la intención de generar documentos escritos y fotográficos para medios especializados en panificación.
  3. Colaboro con medios digitales especializados en mototurismo (lo que es formalmente cierto).

Y, para los dos últimos puntos, tengo documentos que lo prueban. Y una memoria del proyecto, señor funcionario. En Angola he convencido y ya puedo entrar legalmente. En RD Congo no pasé del cuartucho que hace de recepción junto a la puerta, donde un señor, calvo como una bola de billar, con bultitos por toda la cabeza que parecían conguitos, me despachó con un tajante “Take a plane, muzungu!”

En cualquier caso, mejores o peores, minuciosos o pobres, sensatos o frívolos, brillantes o estúpidos, o lo que quiera que sean, estos son mis motivos, los moderados y los hiperbólicos, unos reales y otros fabulados. Y, como todo se ha dispuesto para que, de una manera u otra, tenga que explicarlos, no me ha quedado más remedio que planteármelo.

Este blog, que ya existía como soporte por otros motivos que no vienen al caso, se empezó a llenar de contenidos para facilitar la tarea de compartir el viaje con la familia y amigos, por lo que seguramente esta explicación o ya estaba dada o estaba de más pero, como cada vez sois más lectores y muchos no nos conocemos, tal vez os interese.

Y, para acabar, un consejo: si viajas por África en temporada de lluvias y eres fumador, trae mecheros.

15 comentarios

  1. Tener un plan, ese debe ser el plan.
    Me has hecho pensar, bueno casi mejor escribir lo que ya pensaba: en mi caso, mi nuevo rumbo, no es ser panadero -no aún- el norte está en ver si quiero querer ser panadero. Vamos a andar el camino.
    Un abrazo, amigo Ioaquin!!

  2. Y por qué no... Las mejores decisiones de la vida son las que responden a ese Y por que no! Adelante mis valientes que curan sus miedos por los que todavía los estamos curando. Besos


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